La Tentación (Parte 3)

MiguelDevocionales, Vida Cristiana

Entonces el diablo le llevó a la santa ciudad, y le puso sobre el pináculo del templo, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, échate abajo; porque escrito está: a sus ángeles mandará acerca de ti, y, en sus manos te sostendrán, para que no tropieces con tu pie en piedra. Jesús le dijo: Escrito está también: No tentarás al Señor tu Dios
(Mateo 4:1)

El diablo puede tentar en cualquier lugar. El templo, el lugar de la presencia de Dios en Israel, es el ambiente del segundo intento de Satanás de tentar al Señor. El lugar es estratégico, no solamente para lo que quiere hacer por estar rodeado de gente, sino porque es el lugar de adoración a Dios, un lugar que uno no se imaginaría que estaría expuesto a los ataques del enemigo y donde uno se sentiría seguro y (palabra clave) confiado. De lanzarse Jesús, los ángeles vendrían y le sostendrían y, ¡qué señal tan poderosa para el pueblo de Israel que su Mesías descendiera, en el templo, en los brazos de ángeles a la vista de una multitud! Todos creerían en Él, ese era el tipo de llegada que ellos esperaban, no de un siervo humilde. Pero esa no era la voluntad de Dios. Ser quien reciba toda la atención, hacer algo fabuloso en frente de una multitud, recibir el reconocimiento y así evitar una vida de sufrimientos no era parte del plan de Dios.

Podemos llegar a pensar que en la iglesia, con otros creyentes, en la presencia de Dios, el enemigo no entra, por lo tanto nos sentimos seguros y confiados. Pero Satanás también se presenta allí, dándonos el deseo de ser el primero en la iglesia, recibir el reconocimiento, tener toda la atención para nosotros y que el nombre del Señor sea tenido en poco. Eso es lo que el enemigo quiere, que dejemos de un lado la honra a Dios y se la demos a un hombre. El Señor merecía el reconocimiento y la honra, pero nunca actuó independiente de su Padre.

Satanás cita las Escrituras, las cuales conoce muy bien, pero las cita incompleta. Jesús le cita las Escrituras también y le recuerda que Él sigue siendo el Señor, tu (dirigiéndose a Satanás) Dios. Jesús no necesita esas señales extraordinarias para poder mostrar su Deidad, ni Dios necesita complacer nuestros caprichos para demostrarnos que Él existe. Él sigue en el trono, Él es Dios y nada cambiará eso.

Miguel Mosquera