Caleb – Un dador alegre

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Les dieron Quiriat-arba del padre de Anac, la cual es Hebrón, en el monte de Judá, con sus ejidos en sus contornos. Mas el campo de la ciudad y sus aldeas dieron a Caleb hijo de Jefone, por posesión suyaJosué 21:11-12

Caleb había puesto su mirada en Hebrón hace muchos años. Era la ciudad de los anaceos (gigantes) la cual conoció cuando había ido a reconocer la tierra con los otros once espías (Números 13:33). A los 85 años luchó para conquistar la ciudad y echar de allí a los tres hijos de Anac, los cuales eran gigantes. Ahora la ciudad era suya, Dios se la había dado por heredad y él la había conquistado.

Sin embargo, en el capítulo 21 se realiza la repartición de tierra que los levitas recibirían para vivir. Ellos no tendrían un territorio porque su heredad era Jehová, así que les sería dada ciudades distribuidas en todo el territorio de Israel. Entre las ciudades que le fueron dada a los levitas estaba Hebrón, la ciudad de Caleb. ¿Qué haría? ¿Discutiría con Josué porque esa ciudad ya era suya y él había peleado por tenerla? De ninguna manera. Estaba dispuesto a darla para el Señor, al fin y al cabo, Dios se la había dado a él, así que estaba dispuesto a dársela a Dios.

¡Cuán protectores somos muchas veces de lo que es nuestro! No queremos compartirlo, ni mucho menos cederlo todo. Caleb es un ejemplo de la verdad enseñada por el Señor Jesucristo: “Más bienaventurado es dar que recibir” (Hechos 20:35).

Aprendamos de Caleb, porque “Dios ama al dador alegre” (2 Corintios 9:7).

Todo, todo para Cristo,
toda mi capacidad,
pensamientos y palabras,
tiempo y oportunidad.

Todo, todo para Cristo
alma, mente y corazón.
Que en mi vida siempre quiera
dar a Ti mi devoción.

Miguel Mosquera

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