Si alguno

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Entonces Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame (Mateo 16:24)

 

Una persona que quiere ser discípulo lo hace por un sentido de respeto y admiración por su maestro, nunca como una obligación, y así es el discípulo de Cristo. Más que admiración es devoción por Aquel que es el ejemplo perfecto y supremo para nosotros los creyentes. Pero ser discípulo no es un asunto de conveniencia sino de convicción, de manera que la invitación queda abierta para el que quiera de verdad ser un discípulo: «si alguno».

En una sociedad donde todo se centra en el «yo», mi mundo, mi satisfacción personal, lo que yo merezco, me gusta y quiero, es difícil concebir la idea de tener que «negarse a sí mismo» para poder ser un verdadero discípulo. Pero fue esto mismo lo que marcó la vida del Señor Jesucristo y unos versículos antes leemos de Él diciéndole a sus discípulos que le era necesario ir a Jerusalén y padecer muchas cosas. La reacción de Pedro fue reconvenir al Señor que no pensara que esto le iba suceder, su consejo fue «ten compasión de ti». Para Cristo su comodidad no era la prioridad, «Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos» (Marcos 10:45).

Muchas veces en las Escrituras vemos una acción negativa seguida por otra positiva, como por ejemplo: «vaciar» – «llenar», «quitar» – «poner», «dejar» – «desear», y eso es lo que encontramos aquí: primero «negarse» pero luego «tomar su cruz» y «seguir». La cruz para Cristo significaba su identificación con el pecador para tomar nuestro lugar y el castigo de Dios que merecíamos. Dice Juan 19 que Cristo salió «cargando su cruz», no era suya sino que se identificó con ella para salvarnos. También la cruz fue para el Señor un ejemplo de obediencia a la voluntad de Dios. Él para esto había venido al mundo y siempre dejó en claro que la voluntad del Padre para Él era morir en la cruz. Esa era una cruz que solamente Cristo podía llevar. El Señor enseñó a sus discípulos: «llevad mi yugo sobre vosotros» pero al referirse a la cruz no dice «tome mi cruz» sino que dice «tome su cruz». La cruz del Calvario era para Él solamente llevar, pero, tomando el ejemplo del Señor, para el discípulo es necesario identificarse con Cristo y rendir nuestra voluntad para obedecer a la voluntad de Dios para nosotros.

Que tengamos el corazón de Mateo que cuando Cristo lo llamó, «dejándolo todo, se levantó y le siguió».

Miguel Mosquera

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