El Templo de Salomón – Estudio 3 – Atrios y Aposentos

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El Templo de Salomón - Explicación (Parte 3) - Atrios y Aposentos

Una gran cantidad de los acontecimientos asociados al templo, registrados tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, tuvieron lugar en los atrios del templo. La descripción que se nos da de los atrios es bastante breve, sin embargo, son de gran importancia, tanto así que el salmista dice: “mejor es un día en tus atrios que mil fuera de ellos” (Salmo 84:10).

Los Atrios del Templo

A diferencia del tabernáculo, donde había un solo atrio, el templo tenía tres atrios. Leemos en 2 Crónicas 4:9, “También hizo el atrio de los sacerdotes, y el gran atrio, y las portadas del atrio, y cubrió de bronce las puertas de ellas”. Luego tenemos en 1 Reyes 6:36, “edificó el atrio interior de tres hileras de piedras labradas, y de una hilera de vigas de cedro”. De manera que el templo tenía estos tres atrios:

  • el gran atrio
  • el atrio de los sacerdotes
  • el atrio interior (donde estaba el altar de bronce).

Descripción de los atrios

El Espíritu Santo no nos indica muchos detalles sobre la forma y dimensiones de estos atrios. Algunos han sugerido que tenía la forma y dimensiones de los atrios descritos en Ezequiel 40, o también pudieron haber tenido la forma descrita para el atrio del tabernáculo. De cualquier manera, tenemos lecciones que aprender con lo que se nos dice en las Escrituras.

La entrada principal, al igual que el tabernáculo, daba hacia el este. Cuando Dios echó a Adán y Eva del huerto del Edén ellos salieron por el este, colocando Dios querubines con una espada encendida para impedir la entrada a la presencia de Dios (Génesis 3:24).

Las puertas de los atrios eran cubiertas de bronce. Dice Salmo 118:19, “Abridme las puertas de la justicia, entraré por ellas, alabaré a JAH”. El bronce nos simboliza la justicia divina, el juicio de Dios satisfecho. Está relacionado al material del altar del sacrificio, figura de la obra de la cruz, donde el Salvador satisfizo la justicia de Dios para darnos entrada a su presencia.

Los muros de los atrios consistían de tres hileras de piedras y una hilera de vigas de cedro. Esto nos hace ver que no eran muros muy altos, sino que permitirían ver la gloria del templo incluso desde afuera.

Función de los atrios

Los atrios no fueron hechos con el fin de excluir personas sino más bien con la finalidad de establecer orden en la casa de Dios. Asimismo, Dios ha dado diferentes responsabilidades y actividades a cada miembro en una iglesia local, no con el fin de excluir personas del servicio a Dios, sino porque es Dios quien establece el orden en su casa.

Gran atrio

Un gran atrio nos hace pensar en un lugar donde hay espacio para todos. Era grande con el fin de invitar al pueblo de Israel a acercarse al templo para disfrutar de la presencia de Dios. Es posible que una de las funciones del gran atrio sea la descrita en Isaías 56:7, “porque mi casa será llamada casa de oración para todos los pueblos”.

Esta fue el versículo que el Señor citó cuando echó a los cambistas y mercaderes del atrio del templo. Lo hizo al principio de su ministerio, y luego, tres años después, al final de su ministerio, lo tuvo que volver a hacer porque habían regresado. ¡Con qué facilidad los negocios habían sustituido la oración en el templo de Dios! Lo mismo ocurre en nuestras propias vidas.

Con mucha frecuencia nuestra vida de oración es la que más sufre. Por mucho que nos proponemos orar más, cualquier eventualidad que ocurre en nuestra vida somos propensos a siempre sacrificar nuestro tiempo de oración por otras cosas. La intención de Dios no es que la oración fuera una parte opcional de nuestra vida espiritual, sino que fuera parte esencial de nuestra vida espiritual.

El atrio de los sacerdotes

La tribu de Leví fue la tribu designada por Dios para el sacerdocio. Dentro de la tribu de Leví, la familia de Aarón fue la escogida por Dios para el servicio de las cosas más santas, los sacrificios, incienso, lámparas, etc. Durante la travesía del pueblo de Israel por el desierto, los demás levitas que no eran de la familia de Aarón, tenían el cargo de trasladar el tabernáculo. Eran tres familias: Coat, Merari y Gersón; cada una con diferentes responsabilidades.

Una vez que el pueblo entró en la tierra prometida y el tabernáculo no necesitaba ser trasladado, estos levitas ya no tenían ninguna responsabilidad en el servicio de la casa de Dios. No es el deseo de Dios que sus siervos estén inactivos, por lo tanto, Dios le ordenó a David que organizaran los levitas en nuevas responsabilidades en el templo. Leemos en 1 Crónicas capítulos 23 al 26 que David designó algunos para ser músicos, otros para ser porteros y otros para la administración de los tesoros de la casa de Dios.

Coré fue el hombre que lideró una rebelión contra Moisés y Aarón en Números 16. Coré no estaba contento con el lugar que Dios le había dado en su servicio y quería usurpar la posición de Aarón como sumo sacerdote. Sin embargo, los hijos de Coré no siguieron a su padre en su rebelión y su descendencia fue la que tuvo la responsabilidad como porteros en la casa de Dios. Los hijos de Coré escribieron el Salmo 84 donde dicen: “Escogería antes estar a la puerta de la casa de mi Dios, que habitar en las moradas de maldad”. Que aprendamos de los hijos de Coré a estar contentos en el lugar que Dios nos ha colocado para servirle en lugar de pecar tratando de ocupar el lugar de otro.

El atrio interior

Allí era donde estaba el altar de bronce, por lo que la podríamos asociar el atrio interior a la adoración. El altar ocupaba el centro de este atrio, el cual es figura de la obra de Cristo en la cruz. ¡Cuán importante en la obra del Calvario en la adoración! Es central.

Acaz fue el rey perverso que colocó un altar idólatra en el atrio y desplazó el altar de bronce. Fue la ruina para el pueblo y fue este mismo rey que cerró las puertas del templo para que no hubiese adoración. Una gran lección para nosotros. ¡Qué peligro desplazar la obra de la cruz de nuestra adoración! Hacer esto terminará con la adoración por completo.

Los Aposentos

Los aposentos son descritos en 1 Reyes 6:5-6, “Edificó también junto al muro de la casa aposentos alrededor, contra las paredes de la casa alrededor del templo y del lugar santísimo; e hizo cámaras laterales alrededor. El aposento de abajo era de cinco codos de ancho, el de en medio de seis codos de ancho, y el tercero de siete codos de ancho; porque por fuera había hecho disminuciones a la casa alrededor, para no empotrar las vigas en las paredes de la casa”.

Estos aposentos rodeaban el santuario por los lados y por la parte de atrás. Eran tres pisos, cada uno de cinco codos de altura. La anchura es descrita en el versículo 6.

¿Qué guardamos en nuestras mentes? El Señor nos ayude a almacenar tesoros preciosos de la Palabra de Dios
Una de las funciones de los aposentos era la de guardar los tesoros de la casa de Jehová. De la gran riqueza que David preparó para el templo, parte fue usada para la construcción del templo y otra parte guardada en estos aposentos. Así lo leemos en 1 Reyes 7:51, “metió Salomón lo que David su padre había dedicado, plata, oro y utensilios; y depositó todo en las tesorerías de la casa de Jehová”.

Más adelante en la historia de los reyes de Judá hubo momentos en que el enemigo amenazó con atacar la nación y los reyes sacaron los tesoros de la casa de Dios y los dieron al enemigo para mantener la paz. No confiaron en Dios. Es triste ver como el mundo amenaza las iglesias con sus ideologías liberales y las iglesias están dispuestas a comprometer verdades y doctrinas que son tan preciosas para el creyente y para Dios con el fin de conservar la paz. Son tesoros dados al enemigo. Se empobrece la iglesia al querer conformarse con el mundo.

Estos aposentos, que eran usados como almacenes de tesoros, también nos enseñan en cuanto a nuestra mente, que es nuestro almacén de información. ¿Qué guardamos allí? El Señor nos ayude a almacenar tesoros preciosos de la Palabra de Dios para que seamos como aquel hombre bueno del cual el Señor habló, el cual “del buen tesoro del corazón saca buenas cosas” (Mateo 12:35).

Miguel Mosquera

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