Aborreced lo malo, seguid lo bueno

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Aborreced lo malo, seguid lo buenoRomanos 12:9

Muchas de nuestras tentaciones y problemas vienen como consecuencia de no prestar atención y no obedecer este sencillo mandamiento. ¿Qué es lo que hace que sea tan difícil poder ponerlo en práctica? Mencionemos por lo menos dos razones:

Desconocimiento de la verdad: lo bueno y lo malo no los defino yo, sino Dios. ¿Cómo puedo saber qué es bueno y qué es malo? Tengo que ir a su Palabra. Es lamentable que mientras la información es cada vez más accesible hay más personas que ignoran la verdad de Dios. El principal problema del desconocimiento de la verdad es la falta de interés. Uno puede vivir la vida muy ocupado, pero encuentra tiempo para cualquier otra cosa menos para la lectura de la Biblia.

Desvío de la verdad: también hay quienes conocen la verdad, pero no quieren seguirla. “Ay de los que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo” (Isaías 5:20). Una de las posibles excusas para no seguirla es que hoy día se le da más crédito a la ciencia que a la Palabra de Dios, incluso entre muchos cristianos. El consejo del especialista es “mejor” porque “él debe saber”. Dios describe esta sociedad como quienes “se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido. Profesando ser sabios, se hicieron necios” (Romanos 1:21-22). Este mundo ha dado las espaldas a Dios, ¿por qué entonces seguir sus consejos?

Nuestra actitud hacia Dios y su Palabra es vital para poder poner en práctica esta sencilla frase. Debe haber una disposición, y una continuidad, en nuestro corazón para obedecer lo que Dios dice, porque “al que sabe hacer lo bueno, y no lo hace, le es pecado” (Santiago 4:17).

Sigue a la Biblia, que puede guiarnos
por los peligros que abundan aquí;
y al fin con Cristo podremos gozarnos,
viendo su faz y sus glorias allí.

Miguel Mosquera

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