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5 mentiras que Satanás quiere que creas

Dios siempre dice la verdad, es imposible que Dios mienta, de la misma manera Satanás siempre miente y es imposible para él decir la verdad. El Señor Jesucristo lo describió como «homicida desde el principio, y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla; porque es mentiroso, y padre de mentira» (Juan 8:44). Es por esto que el diablo no quiere que las personas sean salvas y «cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo» (2 Corintios 4:4). Son muchas sus mentiras, consideremos cinco de ellas:

No hay consecuencias para mis pecados

«Puedo hacer lo que quiera porque mis acciones nunca traerán consecuencias delante de Dios». Esa fue la gran mentira que Satanás le dijo a Eva en el huerto del Edén. Dios había dicho que no comieran del árbol de la ciencia del bien y del mal porque sino iban a morir, pero Satanás le dijo a Eva, al tentarle, «No moriréis; sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal.» (Génesis 3:4). ¡Una completa mentira! Pero Eva la creyó, comió del fruto y fueron echados de la presencia de Dios, y asimismo muchas personas la creen hoy día.

Dios es muy claro en su Palabra que nuestros pecados traen como consecuencia el juicio de Dios. Romanos 6:23 nos dice que «la paga del pecado es muerte». Muchos son los juicios mencionados en las Escrituras, como en el caso del diluvio (Génesis 6-8), la destrucción de Sodoma y Gomorra (Génesis 19), la cautividad de Israel (2 Reyes 17) y muchos otros juicios nos enseñan que Dios es muy serio en el asunto del pecado. Pero la manera más elocuente de ver esto es en la cruz donde el perfecto Hijo de Dios cargó con nuestros pecados, sufrió el castigo que nos correspondía a nosotros, siendo Él santo y sin pecado. ¿Por qué Dios permitiría ese castigo tan cruel sobre su Hijo si no es porque el pecado es un asunto muy serio en su presencia y no va a quedar sin castigo? El sabio Salomón lo dice claramente también «Alégrate, joven, en tu juventud, y tome placer tu corazón en los días de tu adolescencia; y anda en los caminos de tu corazón y en la vista de tus ojos; pero sabe, que sobre todas estas cosas te juzgará Dios» (Eclesiastés 11:9).

Dios tiene que castigar el pecado porque Él es santo, así que es su decisión si lleva el castigo por sus propios pecados o cree en el Señor Jesucristo, dejando que el castigo lo lleve Cristo en su lugar.

Te daré el mundo

Es diferente ofrecer a da, el diablo tiene mucho que ofrecer pero no tiene nada que dar. Cuando Satanás estaba tentando al Señor, nos dice la Biblia que «le llevó el diablo a un alto monte, y le mostró en un momento todos los reinos de la tierra. Y le dijo el diablo: A ti te daré toda esta potestad, y la gloria de ellos; porque a mí me ha sido entregada, y a quien quiero la doy» (Lucas 4:5-6). Parece insólito que la criatura le esté ofreciendo al Creador la creación. El salmista nos dice que «De Jehová es la tierra y su plenitud; el mundo, y los que en él habitan» (Salmo 24:1). Uno pudiese preguntarle a Satanás: «¿Qué haces ofreciendo algo que no es tuyo?». ¡Cuántos no se van cegados por el brillo de este mundo y lo que Satanás les ofrece! pero Satanás no termina dando lo que ofrece, ¿por qué? ¡porque no es suyo!

El autor del himno escribió «acudid a Cristo porque Él da felicidad, el brillo de este mundo es engaño y vanidad». En algunos lugares es muy común las carreras de perros galgos, que son perros muy veloces. ¿Cómo hacer que un grupo de perros corran a lo largo de la pista sin irse en todas direcciones? Una máquina tiene un peluche que lo va moviendo a lo largo de la pista siempre a cierta distancia de los perros. En cada zancada el perro va pensando «esta vez sí lo voy a alcanzar», pero siempre está lejos. Toda la energía que ponen tratando de alcanzar algo a lo cual nunca le van a llegar. Así Satanás te puede estar ofreciendote muchas cosas en este mundo para mantenerte distraído y que no te ocupes en lo que realmente es importante: ¡la salvación de tu alma!

Estoy esperando que Dios me llame

Hay quienes creen que Dios va a dar una especie de señal milagrosa para que la persona se de cuenta que el llamado de Dios es personal. He escuchado algunos decir «yo estoy esperando ese momento en que Dios me va a llamar». Así pensaba el rico, estando en tormentos, cuando Abraham le dijo que su familia tenía la Biblia para creer, su respuesta fue «No, padre Abraham; pero si alguno fuere a ellos de entre los muertos, se arrepentirán. Mas Abraham le dijo: Si no oyen a Moisés y a los profetas, tampoco se persuadirán aunque alguno se levantare de los muertos» (Lucas 16:30-31). Dios habla y llama a través de su Palabra, no vas a recibir otro tipo de señal, más que el mensaje del evangelio, el mensaje de la cruz. Pablo dijo «Pues ya que en la sabiduría de Dios, el mundo no conoció a Dios mediante la sabiduría, agradó a Dios salvar a los creyentes por la locura de la predicación. Porque los judíos piden señales, y los griegos buscan sabiduría; pero nosotros predicamos a Cristo crucificado» (1 Corintios 1:21-23)

Al leer este escrito Dios te está llamando, Él quiere que seas salvo. Mostró su amor enviando a su amado Hijo al mundo a dar su vida en la cruz por nuestros pecados. Cristo es el Salvador y hoy puedes ser salvo creyendo en Él. Dios dio la señal ya, la resurrección de Cristo es la señal evidente de parte de Dios de que quedó satisfecho con la obra del Calvario.

Más tarde tendré otra oportunidad

Muchos se han perdido pensando de esta manera y no es otra cosa que otro engaño de Satanás. Felix fue un gobernador que escucho el evangelio de parte del apóstol Pablo, estaba convencido que era la verdad e incuso le agradaba escucharlo. Un día «al disertar Pablo acerca de la justicia, del dominio propio y del juicio venidero, Félix se espantó, y dijo: Ahora vete; pero cuando tenga oportunidad te llamaré» (Hechos 24:25).

El día de salvación es hoy, del mañana no podemos saber nada. Nuestra vida es frágil, cuántos comenzaron el día hoy con muchos planes y metas que nunca podrán cumplir ni alcanzar porque les llegó la muerte. Pero no solamente la muerte puede llegar en cualquier momento, sin hacer acepción de personas, pero cuando el diablo ve interés de parte de una persona que entiende el evangelio y quiere ser salvo y piensa que tendrá otra oportunidad, él hace todo lo posible para distraer a la persona y, aunque esa otra oportunidad llegue, ya no tenga el mismo interés que al principio. Él no quiere que las personas crean y se salven. Si has llegado al punto que tienes la convicción de tu pecado y que necesitas a Cristo como Salvador, no lo dejes para otro día, ¡se salvo hoy!

Soy una buena persona

No tengo duda que usted es una buena persona pero, de acuerdo a cuáles estándares. Como seres humanos nos gusta ponernos estándares que podamos cumplir, en lugar de medirnos de acuerdo al estándar de Dios nos comparamos con otros que son peores que nosotros para salir aprobados. Eso era lo que hacía el religioso de Lucas 18: «Dios, te doy gracias porque no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni aun como este publicano». Daba gracias a Dios por hacerlo tan bueno. Claro, si nos comparamos con otros peores que nosotros siempre vamos a salir ganando, siendo buenas personas. Pero el estándar de Dios no ha variado, él nos mide bajo la misma regla y bajo esa regla todos hemos fallado, quedamos cortos. «No hay justo, ni aun uno… por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios»; «Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron» (Romanos 3:10,23; 5:12).

Estos y otros versículos nos dejan claro que delante de Dios no somos buenos, hemos pecado, hemos transgredido la ley de Dios y no llegamos al estándar de Dios, es por eso que Cristo vino al mundo, para salvarnos de nuestros pecados y darnos la vida eterna. Nuestras obras no satisfacen a Dios, solamente por la fe en Cristo podemos ser salvos.

Dios permita, mi querido lector, que usted también sea salvo y venga al conocimiento de la verdad (1 Timoteo 2:4).

Miguel Mosquera

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