Lo que el mundo nunca había visto y lo que el cielo nunca había visto

MiguelDevocionales, Vida CristianaLeave a Comment

He aquí, una virgen concebirá y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Emanuel, que traducido es: Dios con nosotrosMateo 1:23
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Tree In Fog At Night por Petr Kratochvil en Dominio Público (mod. 1200x550px)

La encarnación del Señor Jesucristo es una maravilla. Es algo que el mundo jamás había visto, Dios habitando entre los hombres. El Dios invisible se manifestó en carne, el Omnipotente tomó forma de siervo, hecho semejante a los hombres. En su vida el Señor mostró su deidad de muchas maneras. Su poder sobre la creación: «¿Qué hombre es éste, que aun los vientos y el mar le obedecen? (Mateo 8:27) Sus enseñanzas: «¡Jamás hombre alguno ha hablado como este hombre!» (Juan 7:46), hablaba como quien tiene autoridad y no como los escribas. Sus milagros: «Desde el principio no se ha oído decir que alguno abriese los ojos a uno que nació ciego» (Juan 9:32). Pero este mundo jamás había visto uno que fuese perfectamente santo y justo, que mostrara su gracia y amor incondicionalmente de la manera que Cristo lo hizo, que viviera una vida en completa dependencia y obediencia a Dios, en quien el Padre encontrara pleno contentamiento. Es motivo para nosotros postrarnos en adoración ante Aquél que es digno de alabanza y honor.

 

Pero desde ahora el Hijo del Hombre se sentará a la diestra del poder de DiosLucas 22:69

Si nos causa admiración que Dios se haya manifestado en carne, ¿cuál no sería la admiración de los ángeles al ver al Cristo resucitado y ascendido, sentarse a la diestra del poder de Dios? Los ángeles habrían sido testigos del pecado de Satanás quien quiso poner su trono junto al Altísimo arrastrando, en su rebelión, a muchos ángeles con él. Ahora ellos ven a un Hombre, el Hijo del Hombre, habiendo completado la obra de la redención, resucitado, exaltado y sentado a la diestra de la Majestad en las alturas. Al que fue hecho un poco menor que los ángeles ahora está coronado de gloria y de honra.

¡Oh qué triunfo más brillante! En el cielo un hombre entró, y es allá representante de su pueblo a quien salvó. Santo amor fue revelado por el hecho de la cruz, y Jesús ha demostrado su justicia en plena luz.

Miguel Mosquera

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