La muerte de Cristo

MiguelBuscando a DiosLeave a Comment

Control sobre la vida

No hay evento más importante y trascendental en la historia de la humanidad que la muerte de Jesucristo. La importancia de esto no está en la opinión de las personas ni de las naciones sobre este evento, sino las implicaciones que tiene sobre el mundo entero y sobre el destino eterno de su alma.

Mucho tiempo antes que el Señor Jesucristo muriera les dijo a sus discípulos «que le era necesario ir a Jerusalén y padecer mucho de los ancianos, de los principales sacerdotes y de los escribas; y ser muerto, y resucitar al tercer día» (Mateo 16:21). Pedro le reconvino diciéndole que era más conveniente que no ocurriera, pero no entendía que no había otra manera de salvar a la humanidad aparte de la muerte de Cristo.

La muerte de Cristo fue:

Necesaria

Control sobre la vidaJesús es el Hijo amado de Dios, «Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia» (Mateo 3:17). ¿Piensas que si Dios hubiese tenido otra manera de salvar la humanidad no la habría escogido antes que permitir que su amado Hijo sufriera y muriera en una cruz? Si realmente una persona pudiera salvarse a sí misma, ¿había necesidad de la muerte de Cristo? De ninguna manera. «Pues si por la ley fuese la justicia, entonces por demás murió Cristo» (Gálatas 2:21). No había otra manera de salvar al pecador aparte del sacrificio de Cristo y su sangre derramada en la cruz. Dios demanda el castigo por el pecado, pero en su amor desea salvar al pecador. Dios no puede pasar por alto su justicia a expensas de su amor. Dios no puede contradecirse a sí mismo. Era necesario que el medio de salvación para el pecador pudiera satisfacer tanto la justicia de Dios como su amor. Sólo la cruz de Cristo podía hacerlo.

Voluntaria

Un grupo de soldados y alguaciles fueron al huerto de Getsemaní para arrestar al Señor. Fueron con espadas y palos. Le ataron. Le clavaron a la cruz con clavos en sus manos y sus pies. Pero, ¿estaba Jesús realmente indefenso e imposibilitado de librarse? Cristo mismo dijo, «¿Acaso piensas que no puedo ahora orar a mi Padre, y que él no me daría más de doce legiones de ángeles?» (Mateo 26:53). Cuando buscaron a Jesús para arrestarle, «les dijo: ¿A quién buscáis? Le respondieron: A Jesús nazareno. Jesús les dijo: Yo soy. Y estaba también con ellos Judas, el que le entregaba. Cuando les dijo: Yo soy, retrocedieron, y cayeron a tierra» (Juan 18:4-6). Tenía poder para escapar de allí, pero fue a la cruz voluntariamente, sin que nadie le obligara. «Y él, cargando su cruz, salió al lugar llamado de la Calavera» (Juan 19:17). «Estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz» (Filipenses 2:8).

Solitaria
Dios no acepta otro sacrificio ni otra obra para la salvación. Ni sus sacrificios ni sus obras son de ningún valor para el perdón de tus pecados
«Pedro le dijo: Aunque me sea necesario morir contigo, no te negaré. Y todos los discípulos dijeron lo mismo» (Mateo 26:35). Pedro no podía comprender que no podía ir a la cruz con Cristo. Él tenía que ir solo. Si bien estaba rodeado de muchas personas, su muerte fue solitaria. Estando en la cruz clamó, «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?» (Mateo 27:46). Fue desamparado y castigado por Dios en la cruz por nuestros pecados. Nadie podía acompañarle, ni compartir sus sufrimientos.

Propiciatoria

Propiciatoria significa satisfactoria. Dios quedó satisfecho con el sacrificio de Cristo. Por eso no necesita morir otra vez. Cristo en la cruz dijo: «Consumado es», todo había quedado terminado. No hay nada que puedas agregar a lo que Cristo ya hizo en la cruz por los pecados. «Él es la propiciación por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo» (1 Juan 2:2). Cristo resucitó de entre los muertos y se sentó a la diestra de Dios. Dios no acepta otro sacrificio ni otra obra para la salvación. Ni sus sacrificios ni sus obras son de ningún valor para el perdón de tus pecados. Jamás podrá igualar lo que Cristo hizo en la cruz. Habiendo quedado Dios satisfecho te puede ofrecer la salvación gratuitamente, sin pagar nada, sin hacer nada.

Sustitutoria

La muerte de Cristo tiene un alcance universal, pero implica que tu lo aceptes de forma personal. Un himno dice:

¿Su penoso sufrir en la cruz qué valió, 
si tus culpas no estaban allí? 
¿Qué valió su morir, si tu deuda no fue 
con su sangre pagada por ti?

De nada te servirá si no confías en Cristo para tu salvación. Ya muchos lo hemos hecho y estamos seguros que somos salvos, no por orgullo ni por presumir, sino porque Dios lo dice en su Palabra. «Para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna» (Juan 3:15). La salvación es por la fe en Cristo. Hoy puede ser salvo creyendo en Él, y podrás decir: «Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí» (Gálatas 2:20).

Miguel Mosquera

Compartir

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *