Mi esposa, Ruth, y yo, nacimos y crecimos en Venezuela. Unos años después de casarnos nos mudamos a Canadá desde donde fuimos encomendados a tiempo completo a la obra del Señor por la iglesia que se congrega en River Road Gospel Hall, en Portage la Prairie, Canadá, en el año 2017

Vivimos en el área metropolitana de Monterrey, en México, donde servimos al Señor en la predicación del evangelio y la enseñanza de la Palabra de Dios.

En el presente, parte de nuestro servicio sigue siendo la enseñanza de la Biblia a través de los sitios web Salvo X Gracia (www.salvoxgracia.com) e Himnos Cristianos (www.himnos-cristianos.com).

Salvo X Gracia nació en el año 2015, como un ejercicio personal, con el propósito de compartir la Palabra de Dios y la publicación de himnos para el aprendizaje del pueblo del Señor (en el año 2017 se creó la página www.himnos-cristianos.com donde se siguen publicando los himnos).

Apreciamos las oraciones del pueblo del Señor por este ministerio.

Por la gracia de Dios,

Miguel Mosquera
Editor de Salvo X Gracia


Ahora, quisiera compartir con ustedes cómo Dios me alcanzó por su gracia y me dio la salvación.


Venid, oíd todos los que teméis a Dios, y contaré lo que ha hecho a mi alma (Salmo 66:16)

 

El evangelio no es una religión ni la salvación consiste en ritos ni obras. La salvación es una relación personal con Jesucristo y comienza en el momento en que una persona, habiéndose arrepentido de sus pecados, cree en Él. Estas fueron las palabras de Jesús antes de ir a la cruz: “Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado” (Juan 17:3).

Desde muy pequeño aprendí mucho de la Biblia, mis padres ya eran creyentes al momento de yo nacer y, junto con mis dos hermanas, fui enseñado a tener respeto por la Palabra de Dios. Igualmente mis padres se interesaron en que escuchara el evangelio y oraban también para que yo pudiera conocer a Cristo como mi Salvador. La salvación no se hereda y no porque una persona es salva entonces automáticamente sus hijos también lo son. La decisión es personal y así también tenía que ser en mi vida.

Por varios años me emocionaba ir a las reuniones y poder jugar con mis amigos después del culto, pero ya entrando en la adolescencia no estaba tan interesado en las cosas de Dios. De hecho me sentía como “esclavizado” por tener que ir a las reuniones y la mayoría de las veces lo hacía de mala gana, sin embargo nunca fui obligado a ir, sino que lo hacía para no decepcionar a mis padres. Muchas veces me venía a la mente: “cuando sea mayor de edad me voy a hacer independiente y me olvidaré de todo lo que tenga que ver con la Biblia, quiero disfrutar del mundo y los placeres que veo que otros disfrutan”. Doy gracias a Dios porque Él tenía planes diferentes para mí.

Al final lo que cuenta no son las metas que hayas alcanzado, el dinero que hayas acumulado o las amistades que tengas, lo que importa será si tienes a Cristo o no como Salvador de tu alma.
Aunque joven y quizás llevando una “buena vida” sabía que había pecado muchas veces contra Dios. Era hábil en poner una buena fachada a mis padres pero apenas llegaba a la escuela las groserías, mentiras, peleas, envidia, burla y rebeldía eran mi día a día. Uno puede engañar a otros sin embargo a Dios no se puede engañar. “No hay cosa creada que no sea manifiesta en su presencia; antes bien todas las cosas están desnudas y abiertas a los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta” (Hebreos 4:13). Dios puede ver incluso los malos pensamientos y todo eso es pecado.

Sabía que necesitaba un Salvador, que Cristo había muerto en la cruz por mis pecados y había llevado la ira de Dios que me tocaba a mí, pero pensaba que eso era algo que podía atender más adelante en mi vida, que tenía muchas cosas que disfrutar todavía y quizás cuando fuera ya anciano entonces pensaría en cuanto a la eternidad. ¿Has pensado en qué pasará después que mueras? Cuando abandonamos el cuerpo nuestra alma va a la eternidad, la cual será en uno de dos lugares: el cielo o el infierno. Dice también el evangelio de Juan "El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él” (Juan 3:36). Al final lo que cuenta no son las metas que hayas alcanzado, el dinero que hayas acumulado o las amistades que tengas, lo que importa será si tienes a Cristo o no como Salvador de tu alma.

El Señor Jesucristo prometió venir por segunda vez, la Biblia nos enseña que “el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor” (1 Tesalonicenses 4:16-17).

Estaba corriendo un riesgo innecesario, Cristo había pagado el precio de mi salvación en la cruz, todo estaba terminado, solamente necesitaba poner mi fe en Él
Solamente los creyentes en Cristo irán al cielo pero los que queden en la tierra serán testigos del juicio de Dios a este mundo que se ha rebelado contra Él y le ha rechazado: Dios “ha establecido un día en el cual juzgará al mundo con justicia, por aquel varón a quien designó, dando fe a todos con haberle levantado de los muertos” (Hechos 17:31). Cristo dijo que “del día y la hora nadie sabe”, pero Dios siempre cumple su palabra y esto también se cumplirá. Si el Señor Jesucristo venía a llevarse los creyentes toda mi familia se iría al cielo, mis padres y mis hermanas ya eran salvos, y yo me quedaría para sufrir el juicio de Dios, por haberle rechazado. Estaba corriendo un riesgo que era innecesario, Cristo había pagado el precio de mi salvación en la cruz, todo estaba terminado, solamente necesitaba poner mi fe en Él. Decidí no esperar mas y en mi cuarto oré a Dios pidiendo perdón por mis pecados, creyendo que la obra de Cristo era suficiente para salvarme y le di las gracias por haber enviado a Jesucristo a morir en la cruz por mí. Tenía 14 años y ese ha sido el mejor día de mi vida. Dios dio paz a mi corazón, fui perdonado, y sé que si Cristo viene, o la muerte me llega, voy al cielo con Él.

La salvación es una bendición muy grande como para guardársela para uno solo, no es fanatismo religioso, sino un deseo de compartir con otros las virtudes de Aquel que me llamó de las tinieblas a su luz admirable (1 Pedro 2:9). Esa es la razón por la que existe Salvo X Gracia, Dios mostró su gracia a mí, al salvarme, y quiero que tú también puedas conocerle. Cristo puede hacer lo mismo en tu vida: darte paz, perdón, vida eterna y el cielo para siempre.

Miguel Mosquera